
Trabajar con chaqueta en verano, llevar un jersey al cine en agosto, luces de navidad encendidas durante meses y centros comerciales asfixiantes en enero son incompatibles con la lucha contra el cambio climático. Si la subida de precios del petróleo en los 70 obligó a diseñar coches más eficientes, el calentamiento obliga a una segunda revolución energética.
Pero los motivos para reducir el consumo de petróleo y carbón no son sólo ambientales, sino económicos, al menos en el caso de España y la Unión Europea. España importa el 82% de la energía que consume y seguir creciendo al ritmo actual y dependiendo del gas de Argelia o el petróleo de Arabia no es la estrategia más inteligente. La memoria del Instituto para Diversificación y el Ahorro de la Energía del Ministerio de Industria señala que la dependencia energética "reduce la competitividad de la economía española". A continuación se exponen un resumen de la Estrategia Nacional de Lucha contra el Cambio Climático, el documento del que debe partir esa segunda revolución.
Artículo completo en El País.
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