lunes, 26 de febrero de 2007

Las baterías de combustible llegan a las casas japonesas

La residencia oficial del primer ministro japonés en Tokio es la primera vivienda del mundo equipada con un sistema de generación de electricidad basado en una batería de combustible, toda una novedad que en Japón ya ha hecho historia desde abril de 2005.

Desde entonces, el ejemplo ha cundido en el país, muy dependiente del extranjero energéticamente y también muy preocupado por las emisiones de gases con efecto invernadero por lo que intenta diversificar sus fuentes de aprovisionamiento, favoreciendo las energía renovables y no contaminantes.

Actualmente ya hay en Japón 1.260 hogares equipados con un sistema basado en una batería de combustible, en el marco de un experimento a gran escala apoyado oficialmente y que involucrará a otras 1.000 viviendas antes de finales de 2008.

Para después de 2010, el gobierno estima un mercado de 550.000 viviendas por año. El archipiélago cuenta en total con 47 millones de hogares, de los que 26 millones son casas individuales.

Los grupos energéticos Nippon Oil, Tokyo Gas o Cosmo, asociados a fabricantes de baterías y de equipos complementarios, como Sanyo, Toshiba, Matsushita o el fabricante de automóviles Toyota, proponen ya sistemas domésticos probados. Los primeros ofrecen la fuente de la que se saca el hidrógeno (gas urbano, gas natural, keroseno) y los segundos las baterías.

"El principio de esas pilas es conocido desde fines del siglo XIX, pero su primera aplicación sólo remonta a 1965, cuando una batería de combustible sirvió como fuente de energía a bordo de la nave espacial estadounidense Gemini 5", explicó el vicedirector general de Nippon Oil, Michihiro Mohri. Las baterías de combustible no producen gases nocivos sino únicamente electricidad, calor y agua.

Como en el caso de los sistemas solares o eólicos, muchos las consideran como una fuente de energía llena de virtudes. Además del hecho de que el hidrógeno existe en abundancia, recurrir a este tipo de pilas permite disminuir la emisión de gases con efecto invernadero, que provocan el recalentamiento del planeta.

"Como la energía se genera en el lugar, el calor y el agua producidos simultáneamente sirven directamente para alimentar el circuito de agua caliente corriente de la casa", añadió una portavoz de la Fundación japonesa para las Nuevas Energías. Es más, "al no tener el sistema ni turbina ni motor, no hay ruido", subrayó.

Un tercer, y no por ello menos válido, argumento a su favor es que "los gastos por energía se reducen globalmente", ya que el costo del gas o el keroseno empleados para general el hidrógeno es inferior al ahorro que se puede hacer en la alimentación eléctrica, según la Fundación. Por lo demás, el usuario es informado cada día de las cantidad de energía y de agua producidas o consumidas.

"Se tiene la impresión de contribuir concretamente a la reducción del consumo de energía", señaló uno de los usuarios en una carta a la Fundación.

Sin embargo hay un problema: el costo actual de la instalación del sistema, es de 58.000 euros. El objetivo es bajar este costo a 7.750 euros de aquí al fin de la década, para que despegue el mercado. Después, en 2015, el costo aún disminuirá más, hasta los 3.250 euros, finalizó Mohri.



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