Las mujeres que viven en áreas con contaminación ambiental tienen un riesgo más elevado de sufrir una enfermedad cardiovascular a largo plazo. Un estudio muestra que ese peligro es mayor del que se pensaba hasta ahora y que aumenta con el grado de partículas en el aire. La ciudad y el lugar donde se reside influyen en ese riesgo.
"Nuestros resultados muestran que tanto la ciudad donde una mujer viva como el lugar donde ella resida dentro de esa población, afectan a su nivel de exposición y a su riesgo de enfermedad", afirma Kristin Miller, de la Universidad de Washington (EEUU) y primera autora del estudio publicado en 'The New England Journal of Medicine'.
El tráfico, la combustión procedente de centrales eléctricas y de centros industriales o el humo de las calefacciones de carbón o madera son algunas de las fuentes de contaminación ambiental. Hasta ahora numerosos estudios han mostrado cómo afectan estas partículas a la salud humana: mayor riesgo de asma, enfermedades pulmonares y patologías cardiovasculares.
Sin embargo, nuevos datos sugieren que las mujeres expuestas a un ambiente contaminado presentan más riesgo de desarrollar un trastorno cardiaco o neurovascular de lo que se había detectado en anteriores trabajos.
La diferencia puede deberse a que la nueva investigación se han centrado en esa relación (contaminación ambiental y riesgo cardiovascular), mientras que los anteriores estudios habían encontrado esa asociación al estudiar otros factores. Además, el tiempo de seguimiento, una media de seis años, y el número de mujeres evaluadas, más de 65.000, le dan credibilidad a los resultados.
Durante los nueves años que se prolongó el estudio, 1.816 mujeres, sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, presentaron uno o más de estos trastornos: enfermedad coronaria, cerebrovascular, infarto de miocardio, ictus o revascularización arterial.
Los investigadores evaluaron, a través de monitores instalados en 36 ciudades, la concentración de partículas inferiores a 2,5 microgramos (o millones de gramos) en el ambiente y que son origen de las fuentes de contaminación mencionadas anteriormente. Así, se detectó que el nivel de micropartículas oscilaba entre cuatro y casi 20 microgramos y que por cada 10 unidades de aumento en la concentración el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular incrementaba un 76%.
Además, al analizar el riesgo de desarrollar un episodio vascular no cardiaco, se encontró que por cada incremento de 10 microgramos por metro cúbico aumentaba un 35% el riesgo de trombosis cerebral y un 83% el riesgo de muerte por este trastorno.
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