miércoles, 31 de enero de 2007

Verdades incómodas

Leído en El Escorpión:

Comentaba ayer un colega que el libro de Al Gore paralelo al famoso documental ('An inconvenient truth', en inglés, y que yo no he visto publicado todavía en español) ofrecía un estudio comparativo entre lo que habían dicho los medios de comunicación sobre el cambio climático y lo que se escribía en las revistas científicas, en un periodo de varios años.

Resultado: más del 50 por ciento de lo expresado en los medios mostraba serias dudas sobre la posibilidad del calentamiento global y discutía la primacía del factor humano en el fenómeno. En las científicas, el porcentaje era de más del 90 por ciento, pero en sentido contrario, es decir, afirmaba la existencia del cambio y se diagnosticaba la responsabilidad fundamental de nuestra conducta.

La divergencia era más inquietante que sorprendente. Si los periodistas no eran portavoces del saber implicado en el asunto, ¿a quién portavoceaban entonces? Conspiraciones e indigencias intelectuales aparte, lo cierto es que el análisis y los testimonios del ex vicepresidente norteamericano han pasado con prontitud a engrosar la narrativa apocalíptica, sin mayores desgarros (y eso que la predicción tiene fecha a la vuelta de la esquina: cinco años para tomar medidas). Seguirá sin firmarse (ni seguirse) el protocolo de Kyoto; la Unión Europea anunció hace unos días medidas relacionadas que suenan como de coña; España compra cuota de emisiones a Marruecos mientras el gobierno afirma estar haciendo todo lo que puede (un alto cargo ha llegado a declarar que “este gobierno está luchando como un jabato”, en presencia del propio Al Gore); y el resto del personal hemos asumido que las malas noticias hay que sobrellevarlas, entendiendo por ello que no hay ninguna necesidad de hacerles frente, y dado que en general se admite que la angustia es aún peor que el deshielo de los polos.

Como decía ayer el colega, el problema que nos ayuda a mirar para otra parte es que el asunto en cuestión versa sobre la incapacidad de la política democrática, en su actual versión, de afrontar problemas de largo alcance (este verano, según los pronósticos, los españoles tendremos ocasión de disfrutar de nuestra política hidrográfica, hecha y deshecha por riguroso turno electoral). O sea, el cascabel del gato.

El caso es que se augura una inminente escasez de agua en el planeta, migraciones y conflictos a gran escala, además del pertinente sentimiento de amenaza que siempre concluye de la misma manera: en siniestros trueques de libertad por seguridad. Ya veremos lo democráticos que somos entonces.

En fin, ya me angustiaré mañana, como bien dijo o pudo decir Scarlett O´Hara.



.

No hay comentarios: